"Ni loco sería jurado en lo de Tinelli"

Maximiliano Guerra: Mientras festeja los 10 años del Ballet del MERCOSUR, disfruta un mix de trabajo y descanso en Mar del Plata. Cuenta su historia de amor, y por qué no le gusta la tele. Su misión de difundir la danza a "niveles populares".


Una de las críticas más comunes que se escuchan respecto de la TV local es que en ella no hay verdaderos talentos. Sin embargo, los sábados por la noche en la pantalla de Telefé está el hombre a quien Rudolf Nureyev señaló como su sucesor. Aunque el bailarín ruso decía que los artistas no podían ser comparados pidió que le prestasen atención a ese chico: "Es como yo a los 20, quizá mejor" aseguró.

Hoy, luego de construir una prolífica y dilatada carrera, ese chico, Maximiliano Guerra, es parte de un gran éxito de la televisión popular. Aunque a él no le gusta nada la tele. "No me gusta ni un poco", asegura, apenas comienza la entrevista. Su tono es tan contundente que es fácil entender lo que sienten los participantes menos agraciados de "Talento Argentino" cuando les toca ser juzgados por su cuidadoso ojo estético. "La única razón por la que acepté estar en la tele es porque este formato me gusta y le da lugar a la danza. Sigue siendo parte de mi misión difundir mi arte a niveles populares", explica.

-¿Podría este argumento convencerlo de sentarse en el jurado de Tinelli?

-Ni loco. Lo que hacen con la danza ahí no me preocupa tanto como lo que hacen con la imagen de la mujer y otros valores. Ahí no se baila como hombre o mujer, se baila como macho y hembra, como seres primitivos que no saben hacer uso de la sensualidad ni la seducción.

Lo explica con total seguridad, pero para que no quede duda agrega: "Para mí un hombre no es La Mole, y una mujer no es la Escudero. El canon de lo que son los hombres y las mujeres está completamente desvirtuado en ese programa y no creo que eso le haga bien a nadie". Maximiliano prefiere jugar otro juego, uno que, según él, lo acerca a la popularidad desde lo genuino y no desde las parodias y exageraciones. Uno que lo lleva a recorrer el país en busca de talentos reales o personajes simpáticos a quienes les da la oportunidad de sus vidas, o sus 15 minutos de fama, respectivamente.

Su alma gemela. Su contacto con la realidad más grotesca del medio es acotado. Mucho más ahora que se instaló en Mar del Plata con su mujer, Patricia Baca Urquiza, quien es además su partenaire en la obra Carmen, que se presenta los viernes, sábados y domingos a las 22.30 en el Teatro Auditórium. Junto a la pareja también están sus hijas, Azul (4) y Zoe (2). Ellas son fruto de un amor que comenzó en 2001, justo cuando Patricia, cansada de tropezar con obstáculos, pensaba en abandonar su carrera de bailarina. No lo sabía entonces, pero el destino había decido premiar su perseverancia no sólo guardándole un lugar en una de las compañías de ballet más respetadas de Latinoamérica sino también en el corazón de su director, respetado a nivel mundial.

El primer beso fue en escena, cuando le tocó hacer un reemplazo en Tierra del Fuego. Esa noche hubo cena y otro beso. El segundo en los miles que se regalaron hasta la fecha que los encuentra unidos y felices, trabajando juntos en la ciudad balnearia. Maximiliano celebra la paz que su familia le trae a su vida y explica una rutina sencilla: "Acá hago vida familiar. Me levanto temprano, a las 10 de la mañana comienzo a tomar clases en el teatro hasta las tres de la tarde y después me voy a la playa con mis hijas y mi mujer. Eso es todo lo que hago". Esa simpleza lo satisface y sus declaraciones al respecto pondrían la piel de gallina a las más escépticas. "Cuando uno encuentra a su otra mitad, dure un momento o para siempre, ya la vida es otra", asegura.

Libre como el viento. Interpretar Carmen junto al amor de su vida es, según él, "lo mejor que le puede pasar a un hombre. Actuar un enamoramiento con alguien de quien se está enamorado en la vida es maravilloso". Pero lo maravilloso para él no es sólo encontrarse con ese gran amor en escena, es también saber que esa escena que los convoca es, en sus propias palabras, "fabulosa". "Carmen tiene que ver con un deseo que tenemos todos los seres humanos, de ser verdaderamente libres y de hacer lo que queremos en una sociedad en la que muchas veces estamos más pendientes del qué dirán", asegura.

Luego de cumplirse 10 años de la creación del Ballet del Mercosur y de presentar el innovador espectáculo Intimo en el que transitó danzas y músicas vinculadas con nuestro origen, el clásico, el folclore, el rock y el tango, Guerra regresa el 9 de febrero al ND Ateneo, con este reconocido clásico, fiel a su estilo audaz, contemporáneo y versátil. Basado en la novela de Merimée, esta puesta del Ballet se enfoca en la intención de revelar las contradicciones esenciales entre la personalidad rebelde de la protagonista y las condiciones de su época representadas por los personajes que la rodean.

"Carmen se enfrenta a una sociedad que de acuerdo con sus cánones la niega y la enjuicia. Ella es una mujer apasionada que hace lo que siente y no finge amor por conveniencia. La disyuntiva que se le presenta es adaptase o perecer. Ella, libre, voluntariosa e individual, prefiere morir antes que traicionarse", explica. "Hay que ser muy valiente para defender quien uno es en toda época y en todo lugar. La gente verdaderamente libre muchas veces tiene un gran precio que pagar, pero sólo los libres pueden decir que realmente vivieron", concluye.

Por Denise Tempone

Fuente: Revista 7DIAS/ElArgentino.Com
Fotos: Gentileza Alejandro Veroutis. 

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