Mariana Conci, la rubia, fue la soñadora de Fabio “la Mole” Moli. La morocha, Judith Kovalovsky, fue quien acompañó durante varias galas a Nicolás “Tacho” Riera.
Sus nombres han sido pronunciados hasta el hartazgo por el conductor
del show más visto de la televisión, y una de ellas hasta ganó el Bailando 2010. Las chicas, que hacen lo imposible para que sus “famosos” se luzcan, hablaron en exclusiva con LIBRE del detrás de escena del certamen más visto. ¡Mirá las fotos!
“Antes era el famoso y vos no participabas; ahora es como que tenemos más lugar. No hay muchos programas en los que haya tanto espacio para bailar”,
argumenta la coqueta Judith, que durante la entrevista escondió su edad
y contó cómo en Ideas del sur todos saben que es una mamá y esposa con
todas las letras.
Kovalovsky fue modelo publicitaria, baila desde los
seis años y en 2009 empezó a integrar el plantel de bailarinas de la
empresa de Marcelo Tinelli. No obstante, trabajó con Nicolás Repetto,
Susana Giménez, y participó en otros ciclos televisivos. Ahora, la rompe
en Soñando por Bailar 2. Con un prontuario cargado de trabajo entre pantallas, pasarelas y bailes, asume que los celos
y la competencia entre soñadores no son iguales que las de los famosos,
“Ellos se juegan otras cosas”, explicó. Y aseguró que, cuando bailó con
Tacho, el jurado pensaba que el flamante novio de Silvina Escudero ya
bailaba con los Teen Angels, cuando solo era un actor que tenía oído y sabía moverse.
Con su tonada típicamente cordobesa, Mariana caratuló de “desafío” haber bailado con la Mole, porque tuvo que hacer de maestra, partenaire, y cada ritmo era algo nuevo
para el boxeador. Con una historia similar a la de Judith, Conci, que
tiene 21 años, empezó jazz a los nueve y una vez que terminó la
secundaria se vino a desarrollar su profesión a Capital Federal, con
tanta suerte que en una visita a su Córdoba natal se enteró del casting para conseguirle compañera a la Mole y quedó.
Ahora se destaca en Stravaganza, el espectáculo de Flavio Mendoza que es furor en Villa Carlos Paz.
Cada una a su estilo, sin muchas pretensiones de divismos, con sus valijitas de danzas a cuestas, continúan bailando para seguir soñando.