El músico y compositor ofreció anoche el segundo concierto en Buenos Aires, en el estadio Malvinas Argentinas en el marco de su gira La Ventura. En medio de su variado repertorio, una vez más habló de amor, de inclusión y de América Látina unida. Mirá las fotos y el video.
Las entradas se habían agotado hacía tiempo, la banda que lo acompañó estuvo compuesta por Madjid Fahem en guitarra, Gambeat en bajo y Philippe en batería. Como es costumbre del ex lider de Mano Negra, esta vez, en el escenario exhibió un mensaje que pedía por el cuidado del agua, un recurso natural escaso.
Manu comenzó el show homenajeando a Marley con Mr Bobby. De a poco el público se sumaba a la complicidad que surge en cada espectáculo. El músico continuó coreando “Si yo fuera Maradona, viviría como él” y las voces eufóricas se multiplicaban como suele ocurrir en cada ocasión que el cantante elogia al máximo ídolo del fútbol mundial.
Asistir a un recital de Manu Chao es cantarle a Latinoamérica. El francés, en cada uno de sus temas, expone los lugares, costumbres y características de los habitantes de este continente. El amor a la vida es otro de los detalles que está presente en sus conciertos, como el saludo de los “clandestinos” del mundo. En este caso, el mensaje estuvo en la voz de una joven colombiana que reclamó por la minería a cielo abierto y los desastres naturales que eso provoca.
También recordó a México exclamando un ¡Viva Zapata! Bienvenido Tijuana, Qué hora son mi corazón, hoy me levanto “con” razón, la vida es una tómbola, clandestino y tú me estás dando mala vida fueron las frases que se cantaron y se entremezclaron con el calor agobiante, más los simpáticos bailarines de punk, reggae y rock.
Golpeando el micrófono en su pecho como en todos sus show (Manu Chao acostumbra a simular esos ruidos como latidos de su corazón) dejó en nuestra tierra un mensaje de amor, de vida y de esperanza. "Gracias Buenos Aires, gracias por la fiesta, gracias por tanta energía... hasta siempre”, dijo el músico. Sea lo que sea: ¡Última estación esperanza
Por: Guadalupe Carril
