The Strokes: volver al futuro

El 4 de noviembre serán el gran cierre en el estadio GEBA de una de las jornadas del Personal Fest. Una banda que le dio un nuevo sonido al mundo sin dudas es historia. Ese día habrá oportunidad de ver historia. 


Seguramente cualquier gran músico de la historia podría hacer música en cualquier momento histórico y de cualquier geografía. Pero cada uno hizo lo que su momento histórico y su espacio físico delimitó como si fuera un campo en el cual poder jugar. En 1999 y en Nueva York, año y lugar en los que Julian Casablancas (voz), Albert Hammond Jr. (guitarra), Nikolai Fraiture (bajo), Nick Valensi (guitarra) y Fabricio Moretti (batería) se juntaron para formar una banda, la música que les interesaba, básicamente el rock, estaba dominada por el sonido Radiohead. En él mandaba un dolor asfixiante, una melancolía incurable, una desazón (casi) final. Eran las características de un sonido que con mayor o mejor suerte, con más o menos destreza, con el abrumador estilo de los ingleses o uno más electrónicamente bailable se desperdiga por el mundo, así como en la primera mitad de los 90 el planeta joven, que todavía buscaba en el rock la guía de su vida, abrazaba con más calidez que fervor el sonido del British Pop con el que el descaro de Oasis había perfumado el mundo.

Pero en el preludio del nuevo milenio el estado emocional que sustentaba el sonido Radiohead también se apagaba. Si la ilusión de un mundo sin disputas ideológicas fatales y dispuesto a la colaboración duró lo que la ilusión de los Reyes Magos, el dolor que correspondió a esa frustración resultó cuasi infantil: empacados, ya nada importó.

La Nueva York que se mostraba ante el mundo despampanante era el ejemplo beatito: indulgente al extremo, no le interesaba más que su propio ombligo. Pocas posiciones más gráficas: mirándose el ombligo no se ve, literalmente, nada de lo que pasa alrededor. Y además de los aviones que ante esa posición empezaban a carretear sin descartar la posibilidad de terminar estrellándose contra las Torres Gemelas, no vieron a los pibes que en sus calles empezaban a fastidiarse. No se trataba del enojo de Nirvana. No tenían la ambición soberbia de Oasis como para defender la posibilidad de la felicidad reflotando los aires Beatles. No se sentían importantes como Radiohead para creer que la cosa había sido contra ellos. Sólo no quería que les rompieran.

Y como los pibes que vienen preparándose para el partido contra los padres durante semanas y semanas, hicieron Is This It. Un discazo. Por su calidad, la que es imposible de calibrar despojándolo de su oportunidad. Era el momento y era el lugar. Incuso con lo que algunos llaman juegos del destino. El disco tenía un tema llamado New York City Cops, en el que hablaba de la falta de inteligencia de la institución. Para el lanzamiento en Estados Unidos, tuvieron que sacarlo: los atentados del 11 de septiembre habían cambiado varias reglas de juego; entre ellas, las de no ofender a ninguna de las víctimas, y todo neoyorquino sentía serlo. Pero el tema ya había circulado por el mundo a modo de advertencia: la banda estuvo presentando sus temas en otros países antes de lanzarlo en Estados Unidos. Con la inteligencia que les faltaba a los policías, lo reemplazaron con When It Started, la que pensaba cuándo había empezado eso que ya veían pesadillesco, aunque parecían de los pocos que lo asumían.

Sin el mínimo pudor The Strokes traía al mundo el sonido de los 70. Y no copiaba a nadie. Traía nostalgia. Y no extrañaba. Energía. Y no era punk. Maldecía. Y no despreciaba. Sonreía. Y no era feliz. Lloraba. Y no tenía pena. Para ese novedoso sonido para una nueva era que estaba por definirse en un nuevo milenio, The Strokes reflotó técnicas de grabación de los setenta, llamó al productor de los Pixies y lo dejó, por lo general grabó las canciones en una sola toma, realizó arreglos para que los temas sonaran igual que en vivo y apeló a la música industrial para salirse de los arreglos estándar del rock. Consiguieron lo que Casablanca dijo que querían: ser una banda del pasado que viajó al futuro y grabó su disco. Aplausos. Y de pié, parece ser lo más apropiado.

Por razones que habrá que seguir rastreando (que los abarcó), ese sonido nuevo que difundieron a la par con White Stripes, no prosperó. Y la música popular de los jóvenes volvió a parecerse a lo que era. Acaso haya que volver a decir Is This It (Es esto), y andar. 

Por Jorge Belaunzarán (Asterisco) 

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