70 años de El Ciudadano

El 1 de mayo de 1941 se estrenó en Nueva York la ópera prima de Orson Welles, que se convirtió en un clásico indiscutido del séptimo arte. Por qué se la considera la mejor película de todos los tiempos. 


Dicen que la tercera es la vencida y así lo fue para Orson Welles, que antes de estrenar el filme que lo consagró para siempre en la historia del cine y que le permitió ganar su único Oscarcomo “Mejor Guión Original”– intentó poner en marcha un par de proyectos que no prosperaron. El próximo 1 de mayo, se cumplirán siete décadas del debut que marcó un antes y un después en el séptimo arte. El ciudadano (Citizen Kane) se proyectó por primera vez en 1941 y revolucionó al mundo con una nueva manera de narrar, comenzando la película con el final y utilizando el flashback para construir el rompecabezas que es la trama. Todos los recursos incorporados por Wellesquien dirigió, escribió y actuó- hicieron que esta película se convirtiera en una pieza única, que inauguró una nueva era cinematográfica, que no pudo dejar de mirarla e inspirarse en ella para continuar evolucionando. La producción llevó nueve meses de montaje y fue protagonizada por Welles, que interpretó el papel de Kane, Joseph Cotten como el periodista y Dorothy Comingore, en la piel de la última esposa del millonario muerto.

El filme cuenta la historia de un magnate de los medios, “Charles Foster Kane”, que muere en su mansión, con sus sirvientes como únicos testigos de su fallecimiento. Su última palabra antes de partir es: “Rosebud”. Esto genera una investigación, encabezada por un periodista, que se encarga de entrevistar a todas las personas que trabajaron con “Kane” o estuvieron relacionadas a él de alguna manera, para averiguar el significado de esa misteriosa palabra. Para escribir esta película, junto con Herman Mankiewicz, Welles se inspiró en William Hearst, un multimillonario estadounidense de la época, promotor de la llamada “prensa amarilla” y considerado el dueño del mayor monopolio periodístico de todos los tiempos. Pero su perfil también cobró fama por su afición desmedida por poseer objetos. Compró palacios y obras de arte de manera compulsiva, y tuvo excentricidades como adquirir el monasterio de Santa María en Segovia y trasladarlo ladrillo a ladrillo a los Estados Unidos. Basado en la explosiva vida de Hearst, Welles escribió el guión de El ciudadano y, aunque cambió nombres y referencias, dejó ciertos guiños, como la palabra “Rosebud”, que “Kane” pronuncia antes de morir, que es el apodo con el que el magnate llamaba a Marion Davies, la actriz que era su pareja; o cuando al principio de la película nombran a próceres norteamericanos y Hearst está entre ellos. La película fue un éxito, a pesar de la campaña de desprestigio que le lanzó el padre del sensacionalismo, desde sus diecisiete diarios, algunas decenas de revistas y varias radios. El círculo íntimo del magnate intentó comprar los derechos para que nunca se pudiera estrenar el filme, pero no lo lograron. Aunque Welles pasó a formar parte de la lista negra de Hollywood.

En agosto de 1941, el mismísimo Jorge Luis Borges se ocupó de escribir la crítica de la película en la revista “Sur”, que concluyó con las siguientes palabras: “Me atrevo a sospechar, sin embargo, que ‘Citizen Kane’ perdurará como ‘perduran’ ciertos filmes de (David Wark) Griffith o de (Vsévolod) Pudovkin, cuyo valor histórico nadie niega, pero que nadie se resigna a rever. Adolece de gigantismo, de pedantería, de tedio. No es inteligente, es genial: en el sentido más nocturno y más alemán de esta mala palabra”. 

Por Melisa Miranda Castro.

Fuente: 7 DIAS

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